jueves, 27 de noviembre de 2008

Olor a bocadillo de chorizo

Son las cinco menos cinco de la tarde, carritos de niño, bocadillos envueltos en papel de aluminio, conversaciones sobre el tiempo, guitarras, bolsas de deporte, carpetas, mochilas, gritos; si efectivamente la salida de un colegio, pero no de cualquier colegio, de mi antiguo colegio.

Hoy he regresado a él, pero ahora como universitaria. Hace exactamente dos año decidí que quería estudiar comunicación en las jornadas de orientación universitaria, y exactamente dos años después estoy yo, delante de unos chicos, explicando en que consiste la carrera de Periodismo y participando en esas jornadas. A veces me pregunto como puede pasar tan rápido el tiempo. Es una clase familiar, la B, pero ahora tan conocida y tan distinta a la vez.

Un intenso olor a bocadillo de chorizo de Pamplona me inunda las fosas nasales, miro a mi alrededor y me doy cuenta de que esa rutina diaria que a penas dos años atrás había abandonado, pero no tengo esa sensación. Intento buscar por todos los medios caras conocidas, sentirme en mi sitio, no sentirme en espacio tan conocido y tan desconocido a la vez. Los niños de cursos inferiores ni me suena, me parecen todos muchísimo más pequeños de lo que yo me sentía a su edad. Pace mentira que todo sea tan distinto después de dos años, pero menos cierto me parece sentirme tan fuera de lugar de un sitio que había sido mi segunda casa.

Pero te das cuenta que lo que te une a ese sitio son las personas con las que conviviste, son tus amigos y que lo seguirán siendo durante muchos años, y todo las experiencias vividas entre esas cuatro paredes, no esas cuatro paredes como espacio físico.

No hay comentarios: